Aunque el parlamento aún debe otorgar su aprobación para que la elección se haga efectiva, el gobierno suizo acaba de hacer pública su decisión acerca del futuro caza que integrará sus Fuerzas Armadas. El vencedor, que competía con los otros dos pesos pesados de la industria europea, ha sido el Gripen sueco y especialmente Saab, que cerraba en bolsa casi once puntos por encima de su valor nominal antes de conocerse la noticia. Hasta aquí todo normal, y los motivos de la selección pueden explicarse a los ciudadanos suizos con suficientes argumentos de peso. Pese a encontrarse quizás un escalafón por debajo de sus dos adversarios, Rafale y Tifón, el Gripen cuenta con la suficiente "calidad técnica" como para ser un muy digno candidato frente a diversas exigencias y necesidades operativas que no demanden la mayor de las soluciones tácticas y estratégicas. Lo extraño se produce cuando se suceden ciertas declaraciones que si van destinadas al exterior del país sobran por superfluas, porque una decisión soberana es cuanto menos absolutamente lícita y respetable, pero si van destinadas al interior, a pastorear a sus propios ciudadanos para conducirlos hacia la vereda deseada, entonces es otro el calificativo que merecen.
En palabras del ministro de defensa, Ueli Maurer, "con el Gripen el gobierno escoge un caza que cumple con los requisitos militares, al tiempo que representa una solución financiera aceptable para el Ministerio de Defensa y para las Fuerzas Armadas. El Gripen era de lejos la opción más barata. No cuestionamos las capacidades de los otros dos contendientes, pero sus precios nos hubiesen dejado sin margen de maniobra para el resto de presupuestos de defensa". A mí esto me parece una explicación muy razonable, e incluso añadiría que además de más barato en la adquisición, el Gripen representa un ahorro al ser un aparato de un tamaño similar al F-5E/F al que sustituirá, con lo que no será necesario modificar las infraestructuras existentes. Cuenta además con numerosas y diversas opciones de armamento, reconocimiento y puntería integradas, además de uno de los mejores sistemas integrales de enseñanza del mundo.
Pero al ministro se le calienta la boca y lo que en principio era claro y transparente, se torna, poco a poco, algo a todas luces turbio y a medias tintas. Ueli Maurer afirma que, "El mejor Ejército del mundo no consiste en tener los mejores aviones. El Gripen no ha sido elegido por ser el más avanzado, sino el más asequible, y en unas áreas ha sido mejor evaluado que en otras". El ministro rehusa entrar en más detalles aduciendo que el gobierno se encuentra atado de manos para hacer comentarios al respecto, como consecuencia del acuerdo previamente alcanzado con las tres compañías para que no se publicasen los resultados de la decisión. Olvida añadir que ha sido el propio gobierno suizo el que ha exigido dicho acuerdo, porque evidentemente EADS estaría a favor de publicarlos, y apuesto a que Dassault no se negaría dados los resultados que obtuvo.
"El mejor Ejército del mundo no consiste en tener los mejores aviones", pero casualmente suele coincidir con el que tiene los mejores aviones, los mejores carros, los mejores buques y los mejores soldados. El dinero tampoco da la felicidad, pero ayuda. Lo que el señor Maurer debería explicar a sus ciudadanos es por qué adquirir un nuevo modelo de avión que no aporta ventajas operativas ni cualitativas significativas frente al Hornet. Aunque quizás valga conque simplemente aclare por qué anteriormente el gobierno quería posponer la compra de esos aviones "que no hacen el mejor Ejército del mundo", hasta disponer de un método fiable para su financiamiento. Lo cierto es que ha sido la presión del Parlamento, condicionado a su vez por las exigencias de los grupos ecologistas, los que han hecho que se tomase una decisión por el modelo barato ya, porque la otra opción podía significar no comprar a cambio nada.
Photo By Stefan Sundkvist. |
Durante la Guerra Fría, cuando Suiza mantenía una política de defensa móvil, la Fuerza Aérea voló algunas misiones fuera de su territorio, pero a partir del cambio de política acaecido en 1995, el control del espacio aéreo suizo se convirtió en su primera prioridad. Es decir, la misión de la aviación de caza suiza consiste en garantizar la soberanía aérea sobre su propio territorio y realizar misiones de policía aérea. Siendo así, no se entiende esa fijación que parece existir en algunos medios por centrarse en las capacidades polivalentes y de ataque a objetivos terrestres del Rafale y del propio Gripen, y la supuesta carencia de estas características en el Tifón. Si caros resultan estos medios, más caro resulta pagar por algo que directamente no es una "presunta" exigencia operativa.
El contexto en el que actualmente se maneja la Fuerza Aérea Suiza es complicado. Los escasos cuarenta pilotos de Hornet que tienen disponibles no se encuentran, precisamente, locos de alegría. Las continuas protestas por contaminación acústica ambiental han hecho que desde que se cerrase la Base Aérea de Dübendorf, en las afueras de Zurich, los pilotos roten en turnos de tres meses entre los tres restantes aeropuertos militares situados en los Alpes y la zona occidental suiza, Sion, Payerne y Meiringen. Si a esto añadimos los cortes de presupuesto, los retrasos de mantenimiento y la continua suspensión de vuelos, la atmósfera de trabajo no puede calificarse precisamente de ideal.
El hecho es que los suizos pagarán 3.400 millones de dólares por un modelo de Gripen que actualmente solo existe sobre los documentos firmados, y que en todo caso deberá ser desarrollado a partir de los modelos ya existentes. En tiempos pasados, una antigua família aristocrática, pensando en incrementar y cuidar su riqueza decidió reducir sus gastos, por lo que se reunieron para discutir qué era imprescindible y qué no. Finalmente, nadie quiso renunciar a ningún capricho y concluyeron que lo único que podían ahorrarse era el chocolate que le daban cada día al loro. La expresión actualmente se usa para referirse a un ahorro insignificante que no corresponde con lo que realmente se busca, aunque quizás el señor Maurer y su gabinete conozcan una definición diferente a la del resto de los mortales.
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