Desde la tarde del pasado martes, el Ejército del Aire, siguiendo instrucciones emanadas de Presidencia del Gobierno y en clara respuesta al desarrollo de los últimos acontecimientos ocurridos, mantiene en todas sus unidades la situación de Alerta Blanca. Los Planes Básicos de Instrucción en los Escuadrones se han suspendido con el fin de mantener el máximo número posible de aviones operativos; se han reforzado las tripulaciones en Alerta Cinco y el resto de pilotos, personal de mantenimiento y armeros que no se encuentran de servicio, se mantienen activados y localizables en situación de Alarma de tres horas. Durante las últimas cuarenta y ocho horas se encuentra en marcha el Plan de Despliegue Alternativo de Fuerzas Aéreas con los aviones dispersos y enmascarados en la medida de las posibilidades de las diferentes bases aéreas y aeropuertos, y con la seguridad de las instalaciones en su grado máximo, incluída una defensa antiaérea ligera propia, los trabajadores civiles de las mismas ven restringidos sus movimientos a los lugares exclusivamente autorizados por el Mando.
A las 02,00 horas de la madrugada del sábado, los únicos aviones del Ejército del Aire que se mantienen en vuelo son Tenis 17, dos cazas que dan protección a Panda 03, uno de los aviones del recientemente creado Escuadrón de Alerta Temprana y Control que hace seis meses escasos que acaba de obtener su Calificación Operativa Inicial, y Chico 53, otra pareja de cazas que realiza su patrulla en el sureste español.
Bajo toneladas de hormigón y tierra, el Centro de Operaciones de Combate al mando de un general encargado permanentemente de dirigir la Batalla Aérea, recibe constante información en tiempo real de los diferentes aviones de patrulla y los radares terrestres de los Escuadrones de Vigilancia Aérea, al tiempo que coordina sus funciones con las estaciones civiles de Control de Tráfico Aéreo, un tráfico que se ha visto reducido al mínimo imprescindible durante los últimos días, y que refleja mejor que nada el valor efectivo y sintomático de las pérdidas económicas que el país está comenzando a padecer en las últimas semanas.
A las 02,03 locales, Panda 03 detecta movimientos extraños y cierta reunión anormal de trazas en el FIR próximo al espacio aéreo español. Las señales son transmitidas al COC, desde donde se avisa a las tripulaciones de Alarma ante la eventualidad de un inminente Scramble, aunque cabe la posibilidad de que solo sea una de las tantas maniobras de desgaste que se han venido sucediendo por ambas partes en los últimos días. A pesar de no encontrarse plenamente operativos, los aviones del Escuadrón de Alerta Temprana y Control, añorados durante tanto tiempo, se están mostrando imprescindibles en estos momentos de crisis. De los cinco aviones contratados, tres ya se habían entregado a la Unidad y un cuarto se encontraba en las instalaciones del CLAEX, su futura unidad de destino para servir como plataforma de constante desarrollo y modernización del resto de aparatos que compondrían la flota operativa de cuatro aviones. Evidentemente, y dada la urgente necesidad, este aparato se ha unido al Escuadrón y los cuatro permanecerán en servicio activo ininterrumpido durante 30 días, con al menos uno de los aviones siempre en vuelo; pasado ese periodo de tiempo, la disponibilidad de aviones se verá algo reducida conforme los aparatos entren de nuevo en el circuito normal de revisiones periódicas de mantenimiento.
A las 02,06 Panda 03 comprueba cómo en sus pantallas numerosas trazas se dirigen a muy baja cota y agrupadas en formaciones hacia la costa española. Desde el COC, Pegaso ordena un Scramble de Perfil 3 a los aviones asignados al Servicio de Alarma, al tiempo que el general encargado de la Batalla Aérea se pone en contacto telefónico inmediato con el Jefe del Estado Mayor de la Defensa. El único vuelo civil que desde el Atlántico se aproxima a la Península, es desviado y conminado a aterrizar en el aeropuerto isleño de un país vecino; su seguridad será hasta entonces una preocupación añadida ante una situación que por momentos, se torna más complicada.
A las 02,07 los primeros ecos traspasan por vez primera el límite de nuestro FIR. Al menos dos de las trazas están dotadas de potentes equipos de perturbación electrónica destinados a cegar y engañar a los radares de vigilancia españoles. Los operadores a bordo del Panda 03 actúan en consecuencia sobre sus controles, lo que unido al efectivo software automático de contramedidas del avión, permite continuar viendo en mayor o menor medida a través del ruido producido por los sistemas enemigos. Un minuto después, las baterías de misiles de largo alcance del Ejército de Tierra y dos fragatas de la Armada previamente posicionadas e integradas en el Sistema de Defensa Aérea, notifican su alistamiento para la batalla. Será difícil que algo se escape en esa zona concreta próxima al Estrecho.
A las 02,09 se produce de forma simultánea el despegue de los primeros cazas de alerta desde tres bases diferentes; 6 aviones de los que Pegaso toma inmediatamente el control y a los que reparte enseguida vectores de ataque, transfiriendo las parejas más avanzadas a Panda 03. El resto de aviones, otros 4, despegan en parejas desde dos de las bases provisionales a las 02,10 y 02,11 respectivamente.
Es a las 02,14 cuando la red terrestre de radares de Alerta y Control detecta por vez primera los primeros ecos en sus pantallas a través de uno de sus EVAs situado en el Mediterráneo. Una formación de 14 aparatos con rumbo general 310 se encuentra a 45 millas de la costa y 50 de la propia estación. Pegaso ya la tiene clasificada desde hace 11 minutos como Hostil 01 gracias a la información aportada desde el Panda 03.
A las 02,15 Chico 53, la pareja de cazas que ya se encontraba de patrulla en el sureste peninsular, ha recibido vectores de Panda 03 y tiene localizada a la formación Hostil 01 en sus radares. Sin más demora y previamente autorizados por las Reglas de Enfrentamiento, se lanzan desde 40.000 pies cruzando niveles en descenso y abren fuego a poco más de 10 millas de la formación de ataque enemiga, que ya se encuentra a 37 millas de la costa.
A las 02,18 en el Centro de Operaciones de Combate de Torrejón ya se dispone de una imagen clara y global de los acontecimientos que están sucediendo, y se considera que el ataque enemigo está en pleno desarrollo y que salvo excepciones, se tiene un conocimiento bastante claro de su posición y presumibles objetivos dentro de territorio español. De esta forma se procede a ordenar el Scramble al resto de aviones que en situación de Alerta eran mantenidos como reserva ante diferentes escenarios. El personal del COC tiene muy presente que poner sus fichas en juego con demasiada antelación, puede suponer que se quede sin jugadores ante una acción de diversión por parte del enemigo.
Panda 02 también recibe la orden de despegue, mientras Panda 01 está poniendo en marcha con objeto de no ser sorprendido en el suelo ante un eventual ataque, aunque la profundidad de su base en territorio propio hace que este no sea previsible, o al menos inminente. La tripulación del Panda 04 ha abandonado ya sus respectivos domicilios y se encuentra de camino hacia la base.
Mientras, llegan al COC los primeros informes de misión. Chico 53 ha derribado con seguridad a dos de los aviones del paquete de ataque y uno más es considerado como probable. Actualmente uno de los cazas se encuentra enzarzado con dos presumibles escoltas de Hostil 01, mientras su compañero realiza un reataque sobre el grupo principal sin ser de momento hostigado por ninguno de ellos.
A partir de las 02,19 los acontecimientos se suceden de forma aún más rápida y precipitada. Los 10 cazas de la primera oleada de Scramble entran en contacto con las primeras formaciones de ataque y llevan todos a cabo sus interceptaciones, excepto una de las parejas que no logra detectar a sus objetivos. Los combates son intensos y en la oscuridad de la noche destacan las toberas encendidas de los cazas que evolucionan y maniobran entre estelas de misiles y explosiones a ras de suelo. De haberlos, nadie distingue paracaídas abiertos y nadie desde luego, se entretiene buscando. Aviadores de uno y otro bando vuelan por su vida, luchando por cada palmo de aire que les permita cumplir la misión y burlar el destino de un final que no siempre llega con la fulminante rapidez deseada.
Entre los ocho aviones consiguen 11 derribos, lo que supone un promedio de 1,3 derribos por salida, una cifra considerada bastante aceptable teniendo en cuenta que solo uno de los aviones propios ha resultado ligeramente dañado y aún se mantiene en combate.
A las 02,24 todos los aviones de la segunda oleada de Scramble están en el aire sin novedad. En tierra, los planes piramidales de localización y recogida de personal están en pleno proceso, las sirenas de las bases aullan y todos corren a los refugios mientras los radares de las defensas antiaéreas barren el espacio aéreo próximo.
Cuando la formación Hostil 13 atraviesa la línea de costa, lo hace dentro del radio de acción del Grupo de misiles que el Ejército de Tierra ha establecido en las proximidades de Cartagena. Los radares del Grupo ya se encontraban en alerta y sus baterías han podido abrir fuego sin las demoras propias que conllevan los trámites de identificación en tiempo de paz, o simplemente crisis, causando dos derribos confirmados entre el grupo de ataque, y provocando daños en un tercer aparato que inmediatamente toma altura e inicia un ámplio y suave giro que lo separa del resto de atacantes.
Al mismo tiempo, otros cuatro aviones que componen la pequeña formación Hostil 07, se lanzan sobre el aeropuerto de Málaga y atacan las posiciones donde se encontraban desplegados seis cazas españoles. De estos últimos, dos habían despegado durante el segundo Scramble y libran el golpe, pero el enemigo tenía buena información sobre la exacta situación de los aviones, porque aunque sus posiciones se encontraban diseminadas, las atacaron directamente con cañones, cohetes y bombas retardadas, incluso los puntos exactos donde minutos antes se habían encontrado los aparatos que ya habían despegado. Tal vez por la zona había algunos turistas que estaban de trabajo; en cualquier caso, además de tres aviones destruidos y otro seriamente dañado, el ataque costó la vida a dos miembros de la Sección de Combustibles que valientemente pretendían poner a salvo uno de los vehículos cisterna del aeropuerto.
De forma casi simultánea, el EVA nº13 de Morrón de Espuña es atacado sin que las débiles defensas antiaéreas molesten la puntería de los aviones enemigos. Las grandes bolas de radar y el resto de instalaciones fueron un blanco demasiado fácil y habían quedado definitivamente fuera de juego para el resto del conflicto, resultando además severas las pérdidas de personal.
La primera tanda de interceptores va mientras cantando Bingo de forma alternativa y comienzan las recuperaciones de los aviones a sus bases de partida, u otras más cercanas en caso de emergencia de combustible. Aún les espera a sus pilotos una última fase de tensión e incertidumbre mientras se concentran en los procedimientos de recuperación, los rápidos cálculos de combustible, los pasillos de la artillería antiaérea que deberán respetar escrupulosamente durante su vuelo de regreso si no quieren ser derribados por sus propias defensas, y un sinfín de cuestiones menores. Ahora es el momento en que deben notarse las horas que los operadores de las baterías antiaéreas han pasado día tras día en las bases, observando las trazas de los aviones en recuperación hasta llegar a distinguir una especie de firma radar en la trayectoria de los mismos.
La base aérea de Albacete soporta el ataque más numeroso a pesar de que la formación enemiga, Hostil 09, ha recibido durante su ruta al objetivo la visita de dos parejas de cazas españoles que le han causado tres derribos confirmados. Con escasos intervalos de tiempo, trece aeronaves barren las instalaciones provocando un fuerte castigo en las infraestructuras y las reservas de combustible. Dos cazas españoles son destruídos dentro de sus refugios de hormigón, y otros cuatro que se encontraban dispersos entre la rampa y rodadura son también pasto del fuego. Las defensas antiaéreas han cumplido en lo posible derribando uno de los aviones enemigos y causando daños a un segundo que se aleja, según testigos visuales, dejando un rastro de humo blanco y soltando su carga al otro lado de la autopista sobre unas tierras baldías. Los vehículos de extinción de fuegos y las ambulancias se adueñan de la noche en Albacete.
Durante su vuelo de regreso a casa, las formaciones enemigas son hostigadas por la segunda oleada de interceptores que despegaron 12 minutos después de la primera. Una de esas formaciones pasa en su retirada dentro de la zona de acción de una de las fragatas de la Armada que, integrada en el Sistema de Defensa Aérea y en permanente contacto con Panda 03, se había mantenido emboscada a la espera de este momento. Convenientemente alertada e informada de la situación de los aviones propios, sus misiles derriban a dos aeronaves enemigas. Pero su actuación, perfectamente coordinada, tiene además la virtud de conseguir que los cambios de rumbo y altura con los que los aviones enemigos tratan de evitar el ataque antiaéreo, permitan acortar distancias a los cazas propios, que aún terminan derribando a tres más de los fugitivos.
Una hora más tarde la situación ha cambiado. Son las 03,30 y nuevas Patrullas Aéreas de Combate mantienen ahora una agresiva defensa más avanzada y activa, controlados por Panda 04. Los primeros aviones de transporte se dirigen a cabecera de pista para despegar con personal de mantenimiento, recambios y municiones, hacia aquellas bases o aeropuertos donde se necesitan o donde han aterrizado aviones propios en emergencia. En el Centro de Operaciones de Combate se ha completado la evaluación de daños y aunque estos han sido importantes, no han sido tantos como para impedir el correcto funcionamiento operativo de nuestras Fuerzas Aéreas, ni para debilitar excesivamente su capacidad de respuesta. Parar el golpe ha sido el primer paso, devolverlo será el segundo. El jefe de la batalla aérea ha dado ya la orden de formar los primeros paquetes de ataque encargados de transmitir un mensaje claro y conciso al enemigo, antes de que este vuelva a tener listos sus aviones para repetir la agresión.
A las 04,55 de la madrugada, casi tres horas después de las primeras alertas, dos grandes formaciones de ataque se disponen a despegar desde Torrejón y Zaragoza ante la atenta mirada de los pilotos y el personal que se encuentra en los respectivos barracones de alarma. Los cazas encargados de barrer el espacio despejando el camino delante de las formaciones de ataque, y los encargados de la supresión de defensas, así como las aeronaves de guerra electrónica, ya se encuentran en el aire. Este endiablado ritmo de los acontecimientos mezclándose y saturando pantallas y mentes, exigiendo una decisión individual a mayor velocidad de la que hubiera siquiera soñado nadie en cualquier conflicto terrestre o naval, es lo que caracteriza a la Batalla Aérea. Este despliegue febril de Poder Aéreo continuará durante 48 horas aproximadamente, 2880 minutos tras los cuales decaerá en igual medida que el intensísimo desgaste de hombres, máquinas e instalaciones. Pasado ese tiempo, la suerte estará echada y será muy difícil invertir la situación en caso de que ésta sea desfavorable, o se haga necesario llegar a un estado de cosas que permita una posición holgada a la hora de negociar diplomáticamente.
Es evidente que, para que la capacidad de Poder Aéreo de un país llegue a mantener unas cotas suficientes que garanticen el éxito, son necesarios muchos y diversos elementos, y no es menos cierto que todos esos dispositivos y medios van a experimentar, llegado el caso, un terrible desgaste en muy poco tiempo. Pero el resultado puede y debe ser que esta estructura tan cara y relativamente reducida en términos de personal, tenga la capacidad para decidir y decantar rápidamente un conflicto con el importantísimo e irrenunciable ahorro en vidas humanas que ello conlleva, tanto entre la población civil como entre el personal de los otros dos Ejércitos en el caso de que tuvieran que intervenir de manera generalizada ante la extensión del conflicto en el tiempo.
Indudablemente el Poder Aéreo es caro. Existe otro Poder Aéreo más barato, pero ese es inútil si no ofrece las suficientes garantías. Nuestra obligación como aviadores, empleados de la organización encargada de ejercer dicho Poder Aéreo de forma práctica y real, es hacer que todo ese esfuerzo económico realizado por aquellos a los que servimos, cuente. Hacer que valga.
Una entrada muy entretenida de cómo funcionaría el EdA en una situación de conflicto inminente. Me ha gustado. Saludos!!!
ResponderEliminarGracias. Está basado en un relato escrito hace años por el hoy teniente general Eduardo Zamarripa. Un abrazo.
ResponderEliminarTriste final, "compi", "muy profesional", demasiado. Términos como "empleados", "economía" y que el servicio a la Patria se sustituya por el de "ciudadanía" (aquellos a los que servimos), no lleva más que a considerar que el aviador actual no es más que un jefe de contabilidad montado en un torpedo, (Saint Exupery, dixit).
ResponderEliminarYa ves, "compi", que los finales no son siempre al gusto de todos. No obstante, y en atención a tu desinteresada inquietud para que como contables preocupados por la economía nacional de esa ciudadanía a la que ciertamente tenemos el privilegio de servir, te diré que como aludido, cuento desde ya con tus pagas extras de verano y Navidad para que así, los aviadores podamos montar un torpedo, si cabe, más grande y lustroso en tu honor y el de tu particular Patria.
ResponderEliminarDios quiera que no llegue ese momento, pero para que todo funcione como dices en el texto tenemos que invertir en material, en formación ¡y en pagas!. Es necesario que nos miren y digan: "uuuuf, atacar a estos fulanos nos va a salir muy caro". Posiblemente ese es el mejor seguro.
ResponderEliminarSaludos, gracias por vuestro trabajo y a ver si esta puñetera crisis acaba.
Ah, leches, se me olvidaba decirte que es un gran relato.