miércoles, 29 de mayo de 2013

Ser o no ser.-


La apremiante realidad de ser un piloto de guerra, la magnitud del vuelo en un avión de alto rendimiento, el rigor de los procedimientos operativos, el requisito de excelencia que exigen los compañeros de armas, todo contribuye a hacer de esta profesión un desafío permanente.

Y sin embargo, a pesar de los cientos de horas de vuelo, la seguridad que otorga la experiencia y las facilidades que implica la madurez, lo maravilloso de este trabajo es que cada vez que veo de nuevo a la bestia, siento en el estómago una punzada. Soy consciente de lo que soy. Soy piloto de caza.

1 comentario:

  1. Tayun:

    ¿Qué tocaba, T-38 o F-16B? ¿ O quizás algo más gordo...?

    En todo caso, buen vuelo y un abrazo.

    Pablo.

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